Permitir el acoso organizado contra las mujeres que quieren interrumpir su embarazo es socavar un derecho reconocido por ley. Es la estrategia de la ultraderecha: amedrentar para revertir derechos, para frenar la igualdad entre mujeres y hombres.” Ésta es la agradable bienvenida y respeto que mostró nuestra muy amorosa ministra de igualdad Ana Redondo ante la medida del gobierno italiano al permitir el acceso de grupos provida a clínicas abortistas y obligar a las mujeres a escuchar el sonido del corazón del feto de su hijo, toda una osadía y una completa falta de respeto, muy propia de personas muy ideologizadas. Su terrible obsesión por el feminismo, su ataque furibundo al sexo masculino por representar al patriarcado y sus gritos de vergüenza en el Congreso de Diputados ante un comentario de un diputado del PP permiten describirla como una persona fanática, peligrosa para los españoles y, sobre todo, intolerante y autoritaria (signos todos comunes a los viejos fascistas de otros tiempos).

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