Desde la más remota antigüedad los humanos que habitaban las zonas del globo sísmicamente activas intentaron definir pautas o señales en la naturaleza que pudiesen interpretarse como un aviso de una inminente catástrofe sísmica.
Otras catástrofes geológicas como los volcanes suelen avisar con días u horas de adelanto su próximo paroxismo… aunque a veces con tiempo insuficiente como ocurrió en Pompeya y Herculano en la famosa erupción del Vesubio del año 79.
También los maremotos o tsunamis tienen un intervalo de aviso de escasos minutos durante los cuales se manifiesta una rápida y dramática marea baja que deja a los “peces muertos sobre la arena” como describieron los pescadores lisboetas sobrevivientes del terrorífico terremoto de Lisboa del 1 de noviembre de 1755.
Read More