A pesar de que muchas frutas son el sinónimo del verano, son probablemente las cerezas y las sandías una de las imágenes más característica de la canícula, junto con la playa y los abanicos. El globalismo galopante que invade nuestra sociedad y sus ritos y costumbres está forzando la primitiva estacionalidad frutal a un amplio intervalo casi anual, pero sin embargo la sandía se dibuja todavía como la más apetecible imagen cuando el termómetro sobrepasa los 30ºC y preparamos los bártulos para la playa. Una sandía bien fresquita que acabamos de sacar del frigorífico.
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