El llanto, de por sí, no es solo esa agüita que se esparce exteriormente, a consecuencia de una acción física o de una emoción. ¡Él es algo más! Es un refugio, es un desahogo y es un encuentro con uno mismo para dejar salir toda la amargura que se lleva por dentro.
Además, la lágrima que se derrama sobre el rostro de un ser humano siempre guarda dentro de sí muchas esperanzas.
No en vano se dice que la clave para ser realmente libre consiste en reír cuando se puede y en llorar cuando se necesite.
Si alguien se ríe de ustedes porque son sensibles, lloran y se emocionan, créanme, cambie de amistades, no están en su mismo nivel espiritual. Necesitamos personas cerca que sepan comprender nuestros problemas, preocupaciones y desencantos.