Para Pedro Sánchez esa foto es incómoda. Aunque ha sido él mismo, en uno de esos cambios de opinión, el que ha habilitado a los que antes repudiaba como socios confiables y les ha dado mando de poder. Tanto que, a menudo, ERC y Bildu se jactaban de «obligar a Sánchez a hacer». Como si fueran ellos los que daban la orden de publicar en el Boletín Oficial del Estado. Un poder que, con sus siete diputados cuyo voto favorable es imprescindible para que el PSOE y Sumar sigan cuatro años más en La Moncloa, ahora se arroga Junts. Conscientes los de Puigdemont de todo lo que pueden lograr a cambio. El referéndum y la amnistía son sus posiciones de partida. Sobre todo esto último, marcado como una línea roja.
El ex president de la Generalitat, fugado desde hace seis años en Bélgica, ya ha dejado claro que no quiere una solución individual para él como lo sería el indulto que previamente ERC negoció con el PSOE para facilitar la salida de la cárcel de Oriol Junqueras y que promovió también la del resto de líderes encarcelados. Puigdemont, este mismo sábado, recordó a Pedro Sánchez y al PSOE todo lo que ha aguantado durante estos años y que está dispuesto a seguir aguantando para lograr una amnistía que deje sin efectos las condenas e investigaciones judiciales que afectan a más de 4.000 personas. Un asunto en el que los socialistas no están dispuestos a ceder.
Sánchez, sin embargo, sí estaría a favor de facilitar la celebración de un referéndum consultivo amparado en el artículo 92 de la Constitución. Una exigencia sin demasiado valor legal, ya que no es vinculante, al que Junts pone como segunda prioridad tras la amnistía y a la que incluso estarían dispuestos a renunciar a cambio de una ley que deje libre de cualquier culpa a lo que ellos llaman «represaliados del procés». Miles de personas entre las que hay los miembros del Govern que organizaron el referéndum ilegal, otros acusados por malversación y centenares de ciudadanos que sembraron el caos paralizando el aeropuerto de Barcelona o agrediendo a policías con barras punzantes.
El secretario general del PSOE, que ha dejado el acuerdo en manos de Miquel Iceta, el PSC, María Jesús Montero y Félix Bolaños, no tiene intención de involucrarse directamente en las negociaciones. Algo que el día 12 de septiembre Puigdemont hará saltar por los aires con, como mínimo, ese breve encuentro con Pedro Sánchez. Está por ver si, dentro la discreción que unos y otros proclaman, aprovechan su coincidencia en la misma ciudad para entablar un diálogo más relajado y largo en el que ambos líderes puedan acercar posiciones sin interlocutores de por medio. El 12 de septiembre, probablemente, estará a punto de celebrarse el primer debate de investidura de Alberto Núñez Feijóo y ya empezará a correr el reloj de los dos meses para la repetición electoral. Por lo que el tiempo empecerá a acuciar.