LOS TRES FILTROS
La historia de “los tres filtros de Sócrates” nos relata que en una ocasión uno de sus discípulos llegó muy agitado para hablar con su mentor, el motivo era contarle de primera mano que un gran amigo del filósofo iba hablando mal de él con gran inquina.
Informa Manuel Asensio
Sócrates, lejos de mostrarse sobresaltado lo interrumpió para decirle:
– ¡Espera!, ¿has aplicado los tres filtros a lo que me vas a contar?
– ¿Los tres filtros, maestro? -respondió el alumno-.
– Sí mi joven discípulo. El primer filtro es “La Verdad”. ¿Estás completamente seguro de si es totalmente verdadero lo que con tanto entusiasmo vienes a contarme?.
– No -respondió el joven-, en realidad lo oí comentar a unos vecinos.
– Entonces, al menos, lo habrás hecho pasar por el segundo filtro, el de “La Bondad”. ¿Porque lo que vienes a contarme será bueno, verdad?.
– Pues no, en realidad no… -tartamudeó el joven- más bien todo lo contrario maestro.
– Ya veo -dijo Sócrates-, entonces se impone aplicar el tercer filtro, el de “La Necesidad”. ¿Es absolutamente necesario para tí contarme eso que tanto te inquieta?.
– Pues siendo sinceros, no… -dijo el joven bajando la mirada-. Necesario no lo es en absoluto.
– Siendo así -dijo el gran sabio con una amplia sonrisa-, si no es verdadero, ni bueno, ni necesario, dejémoslo caer en el olvido.
Esta historia bien podríamos aplicarla a “la información” que nos vomitan a diario los medios generalistas, son burdos titulares sensacionalistas carentes de verdad, sustentados (la mejor de las veces) en supuestos expertos y analistas de dudosa credibilidad o simplemente inexistentes. No nos aportan nada bueno porque buscan nuestra culpabilidad, nuestra irresponsabilidad para con el tema en cuestión y, sobretodo, que tomemos partido hacia un bando o sector bien definido. Tampoco son noticias necesarias, ni para hacer nuestra vida cotidiana ni mucho menos para nuestra salud mental.
Una persona medianamente racional convendría, al igual que el bueno de Sócrates, que si todo lo que te vienen a contar son chismes y malas noticias lo mejor es tirar de sabiduría y dejar pasar ese brebaje envenenado. Es absolutamente necesario para nuestra mente y nuestra salud.
Una de las “noticias” más sangrantes de la llamada “actualidad” sería lo sucedido en Brasil, unas elecciones con un tufillo a pucherazo que ha apestado medio mundo (al menos al mundo despierto claro), con un candidato redimido de sus delitos por corrupción para convertirse en Presidente de la Nación. De la noche a la mañana, de cenicienta a princesa, del cementerio de elefantes a la cima de la colina del Rey León. Su rival sólo era uno de los presidentes más queridos de Brasil de todos los tiempos, un señor que ha logrado un gran avance social para su país y reducir muy drásticamente el desempleo. Victoria muy reñida concluyeron los “expertos analistas”, grandes muestras de apoyo por parte de los medios internacionales y visitas oficiales de los dirigentes aún antes de tomar posesión del cargo. Todo muy normal oiga.
Como no podía ser de otra manera una gran masa social se sintió estafada por una elecciones amañadas, se movilizaron, exigieron intervención de la justicia, del ejército, nuevo recuento de votos… todo en vano. Cuando la realidad de la tecnocracia impuesta desde entidades supranacionales se hace patente la democracia desaparece, todo se vuelve obtuso y se toman medidas limitantes de los derechos de esas personas por el simple hecho de reclamar lo que es suyo, la soberanía popular.
En ese estado de cosas, y para evitar un enfrentamiento civil, es cuando entran en escena los medios de “inteligencia”, ¿de quién?, pues de los mismos que toman la decisión de antemano sobre que candidato es más afín a sus intereses. Tocaba utilizar la táctica empleada en el Capitolio de los Estados Unidos de América, es decir emplear una táctica PSYOP u operación psicológica. En realidad resulta burda por su simpleza, infiltrar unos supuestos disidentes entre la masa manifestante para llevarlos a la supuesta toma del poder. Hacerles creer que va a ser una revolución pacífica y llegado el momento los incitadores toman el control y muestran su lado más violento asegurándose de que son captados por los oportunos medios de prensa al efecto. A la par se produce la denuncia en los medios generalistas, se los tacha de violentos terroristas golpistas y se muestra todo el apoyo del mundo para restaurar la “¿democracia?”.
El resultado es el fin de las manifestaciones, el sometimiento de la masa y el mensaje para navegantes: “chicos la democracia son los padres, aquí mandamos nosotros”. Se coloca al títere llámese Biden, llámese Lula y al siguiente punto de la agenda. No hay más misterio.
La actitud personal que más puede dañar a estos medios de manipulación masiva sería auto aplicarnos los tres filtros de Sócrates: ¿nos dicen la verdad?, evidentemente no, ¿nos transmiten bondad en sus noticias?, más bien todo lo contrario, ¿nos son útiles?, absolutamente NO. Por tanto debemos dejarles caer en el pozo del olvido, no comprar sus periódicos, no escuchar sus emisoras de radio, no ver sus telediarios, no creernos nada que venga de esos medios y centrarnos en nuestra realidad más cercana. Si no pueden mantener su “negocio” caerán, no calarán en la sociedad y pasarán a ser un estorbo para quienes los financian. Ese es el camino, ser sabios en todo lo que consumáis en vuestra vida porque en juego está vuestra salud y vuestra cordura.
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Excelente artículo