Resulta que la citrulina es metabolizada por nuestros riñones a óxido nítrico, un gas que, -una vez disuelto en la sangre-, tiene la propiedad de dilatar y relajar nuestros capilares sanguíneos.
¿Y qué importancia tiene la regulación del tono vascular?
Ante todo, porque unas arterias relajadas es la mejor manera de combatir la hipertensión, una situación en nuestro organismo que se encuentra en el origen de casi todas las enfermedades modernas. El estrés, la contaminación, una dieta errónea y el abuso de medicamentos son los elementos más frecuentes que generan sobre los habitantes de las grandes urbes occidentales una subida anómala de su presión arterial. Algo que hace especialmente bienvenida a cualquier solución natural (no química, no farmacéutica) que impida que nuestros endotelios capilares se encuentren tensionados y constreñidos.
Según estudios de investigadores de varias universidades americanas coordinadas por la doctora Julie Collins del South Central Agricultural Research Laboratory en Oklahoma, USA. Un vaso de zumo de sandias diario (unos 2 gramos de citrulina al día) durante tres semanas consigue disminuir significativamente la hipertensión.